Gerardo Matos Rodriguez 1917 y posters de La Cumparsita

La valija, el archivo y la memoria viva de Matos Rodríguez

Gerardo Matos Rodríguez (1897–1948) fue un compositor, pianista y autor uruguayo cuya obra marcó un antes y un después en la historia del tango rioplatense.

Hay historias que no se archivan. Historias que laten. A veces, solo necesitan una valija olvidada para volver a respirar. Eso fue lo que ocurrió una madrugada, cuando Rosario Infantozzi, sobrina nieta de Gerardo “Becho” Matos Rodríguez, célebre compositor uruguayo, abrió una vieja valija de cartón cubierta de polvo y humedad. 

Dentro encontró fotos, cartas, partituras, recibos, artículos de prensa y una voz. No una grabación, sino una presencia. Una voz que parecía dictarle desde otro tiempo: “Lunes 26 de abril de 1948. Ayer me morí”.

Gerardo Matos Rodríguez (1897–1948)

Gerardo Matos Rodríguez  fue un compositor, pianista y autor uruguayo cuya obra marcó un antes y un después en la historia del tango rioplatense. 

Con apenas veinte años, compuso La Cumparsita, considerada hoy el tango más emblemático y reconocido a nivel mundial, cuya melodía resuena en todos los rincones del planeta como símbolo de identidad y nostalgia del Río de la Plata. 

Más allá de su obra cumbre, Matos Rodríguez fue también un creador inquieto y polifacético: escribió otros tangos, canciones, piezas teatrales, incursionó en el periodismo y trabajó en el cine. 

Figura bohemia y controvertida, fue también un firme defensor de los derechos de autor. Su legado, profundamente enraizado en la cultura popular, sigue siendo objeto de estudio, interpretación y homenaje a más de un siglo de su creación más célebre. 

Ese archivo íntimo y fragmentario, donado por Rosario y resguardado por el Museo y Centro de Documentación de AGADU, es hoy memoria compartida de América Latina y el Caribe. 

En noviembre de 2024, fue oficialmente incorporado al Registro Regional del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO (MoWLAC). Con ello, el legado de Matos Rodríguez —el joven estudiante de arquitectura que escribió ‘La Cumparsita’ con un teclado de cartón y una melodía que se le venía como un vértigo— se suma a las voces fundamentales del patrimonio documental de la humanidad.

Partitura de La Cumparsita MOWLAC

Es así que el descubrimiento del archivo de Matos Rodríguez derivó en un conjunto de voluntades orientadas a promover su preservación y acceso, poniendo en evidencia cómo es viable cumplir con lo dictado por la Recomendación relativa a la preservación del patrimonio documental, comprendido el patrimonio digital, y el acceso al mismo, aprobada en 2015 por la UNESCO, para instar a los Estados Miembros a determinar los elementos del patrimonio documental público o privado, cuya conservación corre un riesgo potencial o inminente, para hacerlo accesible y reutilizable de manera permanente y sin obstáculos, por tener un valor significativo para una comunidad, cultura o región, así como para la humanidad en general, en beneficio del interés público.

La historia que nos contó el tango

Componer un mito suele parecer tarea colectiva. Pero a veces comienza con un solo gesto. Con fiebre, encierro y música en la cabeza. Así nació ‘La Cumparsita’ en 1917: desde un cuarto de Montevideo, con Becho tocando un teclado imaginario y su hermana Ofelia anotando a mano las notas. 

La historia siguió en cafés, teatros, estaciones, escenarios, cartas y silencios. Se bifurcó en el éxito y la soledad, en la intuición y la disputa por los derechos. Y dejó rastros. 

“Becho era muchas cosas a la vez —dice Rosario—: bohemio y formal, seductor y tímido, solitario y profundamente familiar. Su música, como él, tiene capas. Tiene zonas de luz, y otras más oscuras. Y aún así, sigue tocando el alma de millones”.

Gerardo Matos Rodríguez. Montevideo. Década de 1930
Gerardo Matos Rodriguez 1930 MOWLAC

No solo La Cumparsita

La colección reconocida por el MoWLAC va mucho más allá de la partitura más famosa del tango rioplatense. Revela a un creador plural: autor de tangos como Che papusa, oí, Son grupos, Yo tuve una novia; colaborador en el cine; defensor incansable del derecho de autor; corresponsal epistolar; ciudadano entre Montevideo, Buenos Aires y París. Todo eso está en los papeles que sobrevivieron décadas y hoy son parte del archivo: sus letras, sus correcciones, su puño y letra.

Un archivo que se volvió ceremonia y reconocimiento en Uruguay

En abril de 2025, la entrega oficial del certificado MoWLAC fue una celebración de afectos, cultura y ante todo: memoria. En la Sala Blanca Podestá de la Asociación de Autores y Escritores del Uruguay (AGADU), el acto reunió a artistas, investigadores y gestores culturales. Diego Drexler ofició como presentador. Estela Magnone, directora del MCD, y Alexis Buenseñor, presidente de AGADU, compartieron el recorrido que llevó al archivo desde la valija a la vitrina. 

La profesora Ana Ribeiro, miembro del Comité Regional del MoWLAC, relató el proceso de evaluación que llevó al reconocimiento. Rosa María González, Consejera Regional de Comunicación e Información de la UNESCO para América Latina y el Caribe y Secretaria Regional del Programa, entregó el certificado que da respaldo internacional a esta memoria. “Este archivo —dijo— no es solo la historia de un hombre. Es parte del alma cultural del Río de la Plata. Y como tal, debe preservarse y compartirse.” 

La ceremonia cerró, como debía ser, con música. La voz de Trilce Medina y el piano de Alberto Magnone hicieron sonar a Matos Rodríguez en tiempo presente. No sólo ‘La Cumparsita’, sino obras menos difundidas que revelan su amplitud artística. El aplauso, esa forma de abrazo colectivo, fue seguido por una visita íntima al archivo, ubicado en el subsuelo de AGADU.

Elenco del Teatro Sarmiento de Buenos Aires, 1930
Elenco del teatro Sarmiento de Buenos Aires 1930 MOWLAC Matos Rodriguez

Del subsuelo al mundo

Entre las vitrinas, el piano original de Becho sigue en pie. A su alrededor, objetos, fotos y documentos invitan a redescubrirlo. Como escribió el maestro Carlos Maggi: “Becho descendió a los infiernos y volvió con un canto diferente”. Ese canto sigue. Y ahora pertenece también a la memoria regional. 

El reconocimiento de la UNESCO no solo respalda la conservación física del archivo, también lo proyecta como fuente de consulta, como lugar de aprendizaje, como puente intergeneracional. Desde MoWLAC, este legado dialoga con otros acervos de pueblos y culturas de América Latina y el Caribe que, juntos, resisten al olvido.

La memoria no es pasado. Es horizonte

Como señala el Programa Memoria del Mundo, cada archivo es también una responsabilidad. La valija que Rosario abrió hace casi cuarenta años hoy es patrimonio de todas y todos. “Este archivo —dice ella— fue mi forma de agradecer. Pero también de compartir. Porque los derechos de autor no solo nos dieron oportunidades. Nos dieron identidad.” 

Gracias a ese gesto —a una mujer, una familia, una institución que supo custodiar y una comunidad que reconoce—, hoy la voz de Becho Matos Rodríguez sigue diciendo: no me archiven. Léanme. Escúchenme. Soy parte de ustedes.